todo momento a las órdenes de don Francés de Beaumont, hermano del Conde de Lerin, quien disponía para la defensa de la ciudadela de Pamplona de 1.000 milicianos, de "19 cañones grandes y muchos pequeños, con 500 coseletes y numerosas ballestas, más víveres y municiones abundantes".
Ya hemos dicho cómo el pueblo nabarro recibía al ejército invasor. Incluso en la ciudadela oíase vitorear al Rey Enrique y muchos eran los paisanos que se unían a sus fuerzas. El propio Duque en carta del 20, es decir,tres días después de su marcha en petición de socorro, acompañado de su asesor don Rodrigo Sánchez de Mercado y Zuazola, Obispo de Avila, fundador de la Universidad de Oñate, en Guipúzkoa, hace referencia a "los
recios vientos contrarios a su defensión". Es en ese momento crítico, entre el 17 y el 19 de mayo, cuando llegan los hermanos Loyola con sus tropas,servidores posiblemente de los cuarenta caseríos dependientes de Loyola. Asegura el Padre Nadal, compañero de Ignacio pocos años después, que "don Martín y sus soldados se quedaron fuera de la muralla, y desde allí trataron de negociar con las autoridades la forma de entrada y el ajuste y subordinación de mandos".
Viendo que la situación era desesperada, dice el Padre Nadal, exigieron insistentemente de los que mandaban en la ciudad, que se les concediera el mando: ellos se comprometían a defenderla". La sugerencia fué rechazada por Beaumont y por el consejo vecinal.
"Lo cual —añade el citado autor— lo llevó tan a mal el hermano de Ignacio, que inmediatamente, sin entrar siquiera en la ciudad,volvió grupas y se alejó con sus tropas." Tan sólo quedó su hermano a quien le retenía su disciplina militar, las órdenes de su señor el Duque. Y con "un puñado de valientes que quisieron seguirle", al galope en la ciudad. "A su paso hacia la fortaleza,emplazada junto a la antigua puerta de San Nicolás,derruida más tarde, pudieron percibir el alboroto del pueblo que saqueaba el palacio del Virrey."
El 19 de mayo, fiesta de Pentecostés, los diputados de la ciudad llegaban a Villalba y capitulaban jurando fidelidad al Rey Enrique "nuestro natural y soberano señor". Antes y en nombre de éste, André de Foix había jurado solemnemente los Fueros, el respeto a la integridad de las leyes, y a la soberanía nabarra.
En el acta de entrega de la ciudad "estamparon palabras tan expresivas como éstas: "En este día en el cual Dios envió el Espíritu Santo a los Apóstoles, ha librado, por medio de los franceses, al reino oprimido. Lo ha arrancado de la tiranía y servidumbre, para reintegrarle la libertad y el gobierno legítimo."
Las llaves de la ciudad fueron entregadas a Sire de Santa Coloma. Hasta la entrada de las tropas francesas y nabarras se hizo cargo del poder civil el señor de Orcoyen, Carlos de Artieda. Un coronel francés intimó la rendición de la fortaleza. Francisco Herrera, a quien se encomendó la defensa de Pamplona al marchar don Francés en dirección a Logroño, se niega.....
FUENTE:
IGNACIO DE LOYOLA Y FRANCISCO DE XAVIER
POR
P.DE BASALDUA ( BUENOS AIRES 1946 )
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